martes, 9 de diciembre de 2014

Tiempos de Internet, tiempos de Radio

Cuando era adolescente tuve que ir a la “escuela al campo” cada año durante seis semanas, desde séptimo hasta duodécimo grado, seis años en total. Fue así en Cuba para todos los de mi generación pues era parte obligatoria del programa educativo.
 Al margen de en qué forma nos educaba aquel esquema, de las experiencias que nos obligó a conocer, o de la manera particular de asimilarlas, conocí Pinar del Río, la provincia más occidental del Cuba. Conocí gente que iba a caballo y que se liaban sus propios tabacos. Tuve una de mis mayores sorpresas cuando descubrí que esa gente hablaba de Guaytabó, de El Charro Quiroga, Apolinar Matías, y de su caballo, como de seres muy familiares.
Las aventuras se habían hecho parte de la vida cotidiana de muchas personas. Quizás fuera así, por lo fácil que es hacer de La Radio una compañera de trabajo en las labores manuales, y sobre todo en el sector del tabaco, donde muchos trabajan a la sombra y bajo techo en tareas que requieren de una gran concentración visual.
Durante años y años, los acordes de inicio y fin de las aventuras de Guaytabó, marcaban los 20 minutos diarios de mayor silencio, en lo que a conversación se refiere, pues los fieles radioescuchas se recogían en sus actividades particulares para no perderse detalle de lo que acontecía.
A diferencia de otros muchos países, Cuba no ha perdido el vínculo con La Radio dramatizada, lo que me parece una riqueza. Sé de otras tierras en Latinoamérica que intentan recuperar esta maravillosa opción. Una más, como lo es la lectura, el teatro, el cine, Televisión o Internet. Son opciones que viven del hábito de la gente, el que hay que cultivar y promover, en vez de explotar con avaricia y falta de perspectiva, o prohibir por miedo a la libertad. Una vez que se pierde un hábito popular, puede llegar a ser imposible de recuperar pues le faltará el acicate del momento oportuno que les dio vida y nacimiento espontáneo.
Transcurren los tiempos de internet. Me gustaría que todos los pinareños y todos los cubanos tuvieran acceso libre a internet, como en su momento lo tuvieron a La Radio.



1 comentario:

  1. Tremenda utopia!!! Pero yo me sumo, como pinareño y como cubano. Asi me encantaria ver una versión televisiva de esta gran serie de aventuras. Gracias por recordarmelo.

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