Hay quien piensa que el mundo está peor cada vez, y
otros que dicen lo contrario. Argumentos hay para unos y para otros.
De acuerdo con la parte del mundo en la que nos
situemos, puede ser que las evidencias sean más arrolladoras en uno u otro
sentido.
Personajes como Octavio Azaña estaban plenamente conscientes
del aporte que como individuos ponemos en la balanza.
Se podría afirmar que en Europa Occidental y Central
la vida, para el ciudadano o campesino común, el más humilde y sencillo, es hoy
más llevadera que hace 700 años, o incluso que 70, pero este tal vez sea un
período demasiado cercano en el tiempo como para sacar conclusiones.
La conciencia social y humanística ha logrado imponer
mecanismos institucionales, más allá de todos los niveles de corrupción y de
poder, e incluso más allá del poder efectivo y real de esos mecanismos, pues la
opinión pública no acepta abusos y desmanes que en el pasado eran la norma
reconocida de manera tácita por todos. No admite discriminaciones. Todos somos
iguales ante la ley. Hay abusos de poder, pero nadie le reconoce a otro la
libertad de ese derecho.
En sociedades donde la pobreza, la falta de
información y la acumulación de poder son extremas, como en algunas regiones de
África y Asia, muchos aceptan como naturales las enormes diferencias sociales
justificadas por ideologías y castas, o las discriminaciones por razones
evidentes como el sexo, religión o estatus económico. En muchas de estas
comunidades lo primero que falta es la conciencia colectiva del enorme desamparo
del individuo ante su sociedad. El mundo en ellas es más sórdido que antes. Cada
vez de manera más creciente y brutal.
En América toda hay un punto de giro. Algunos héroes cotidianos
no temen darlo todo por poner un gramo en la balanza a favor de la libertad del
individuo y el derecho a la igualdad de oportunidades. Son héroes reales, que
pueden estar reflejados por Guaytabó. América puede girar la balanza del mundo.
Desde hace mucho tiempo lo viene intentando.
Que ese giro sea en favor del hombre común y hacia el
nuevo mundo que se ofreció como promesa siglos atrás, y al que ahora todos
salimos al encuentro con esperanza.
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