Cuidado con la nostalgia porque puede hacerse crónica.
Esperanza encuentra cada semana un momento de paz para
mirar su película favorita. La misma. Y dice sentir cada vez la misma emoción.
Ella no tiene ningún tipo de amnesia. Esta película le ofrece la posibilidad de
regresar a un momento de sus emociones a sabiendas de que estará en armonía con
ellas. Ese regreso que quizás querríamos algunos hacer con determinados
instantes de nuestras vidas, sólo se puede conseguir con las grabaciones sean
gráficas, sonoras, o combinadas.
Podemos recordar algún momento preciso de nuestra
infancia. Si lo tenemos, aquel momento en que sentíamos la protección y la
unidad de nuestra familia de manera feliz e inconsciente; pero las imágenes se desvanecen junto a las
expresiones de nuestros seres queridos sin que podamos atraparlas y únicamente
nos queda una penetrante emoción que se convierte en nostalgia. Aquellas golondrinas no volverán. Si se piensa
bien, se corre el riesgo de comenzar a tener nostalgia del momento presente,
pues la experiencia nos dice que también se irá irremediablemente.
Pero las series o sagas, sin necesidad de apelar a una
narración relativamente corta como la que atrapa una película, nos enseñaron a
conectar con un universo atemporal al que siempre se puede regresar a encontrar
personajes entrañables que viven vidas paralelas y eternas. Sin ser tan
específicos como Esperanza, podemos conectar allí con nuestras emociones e
incluso con nuestros afectos, porque como ella, amamos a esos seres de la otra
dimensión, si bien ellos conservan todavía la capacidad de sorprendernos. No
sabemos de memoria cada una de sus respuestas y resulta que en ocasiones hasta
se nos vuelven impredecibles. Desconocemos absolutamente que nos van a contar
esta vez. Incluso puede ser que dejemos de comprenderlos temporalmente. No
obstante confiamos, podemos dejarnos llevar. Los conocemos demasiado bien y
estamos seguros de que no nos traicionarán jamás. Tan confiados como antes lo
estuvimos un día en aquel momento preciso de nuestra nostalgia. Tan seguros
como Esperanza con el conflicto de su película.
A veces es mejor salir un momento de nuestro drama personal
para permitirnos tomar partido absoluto e incondicional por el drama de otro.
Tomar partido al ciento por ciento es un lujo que casi nunca la vida real nos regala.
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