martes, 16 de junio de 2015

LA SAGA DE NUESTRA AMÉRICA

La saga Guaytabó no es una historia de indios suramericanos. Es un recorrido por toda América en una suerte de representación de escenas que incluyen, como no, al indio en casi todos su hábitats. En esta variedad de sucesos quedan  reflejados también  casi todas las clases sociales, raciales y políticas de la primera mitad del siglo XX .
Es cierto que hay un predominio del ambiente rural, pueblerino y campesino, así como una mirada directa al rico mundo original y todavía “incivilizado” de la naturaleza virgen del continente, pero también hay una procesión de personajes  “ilustrados” a la manera de la civilización predominante que se desenvuelven en entornos y costumbres completamente compatibles con la cultura europea y occidental.

A modo de argumentación de la diversidad de la saga, por ejemplo, tenemos que en la tercera novela se trata el tema de los caucheros que recorrían los puertos fluviales  buscando fuerza de trabajo para sus caucherías en lo más intrincado de la selva.  Los campesinos eran atraídos unas veces mediante el engaño, otras a viva fuerza,  y una vez en las caucherías convertidos en verdaderos esclavos. 
Sin embargo en la siguiente se presenta la acción de los terratenientes para controlar electoralmente al campesinado y dominar el sistema parlamentario institucional, o más adelante en otra novela se refleja la forma en que las dictaduras militares al servicio de grandes intereses políticos organizan la subversión dentro de otros países.
De manera que la demagogia política que confunde a las masas campesinas y honradas para ponerlas al servicio de sus intereses, tema tan vigente hoy en día, se ve reflejado también en las aventuras de Guaytabó.
Y porque la saga habla de nuestra América trata temas vitales y cotidianos. Paralelamente a los conflictos personales y humanos de los protagonistas de turno, se trata a veces la lucha de los pioneros del movimiento sindical, o la forma en que los terratenientes geófagos se apoyan en los tribunales corruptos para consumar el despojo al campesinado, conflictos capitales de nuestro continente, como lo son la riqueza petrolera y las luchas de las grandes compañías por apoderarse de ella, reflejado en otra de las aventuras.


Es entonces de esperar que una de estas 16 novelas exponga el tema de la triste suerte de las comunidades indígenas de América y de las llamadas “reservaciones”, y del mismo modo, el de las tribus de indios que en sus diferentes constelaciones pasan desde la convivencia integrada con las otras comunidades sociales, hasta las nómadas, que por alguna razón han decidido en cierto momento de su historia el aislamiento y la separación total del “hombre blanco”.


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