domingo, 30 de noviembre de 2014

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lunes, 24 de noviembre de 2014

Las mezclas de adelantos técnicos y pobreza, así como las de cultura y desinformación, producen en América tipos raros que aquí no se llaman surrealistas, sino de otras maneras mágicas o maravillosas. Estos especímenes son, sin embargo, tan reales como las plantas y sus frutos.

El parecido entre Luciana Almanzo y doña Bárbara no es buscado, sino espontáneo. En este caso hay además una mezcla entre machismo y matriarcalismo, porque cuando el machismo pierde su cometido de responsabilidad familiar, queda tan desprovisto como un niño sin madre. Y en nuestro continente esto llega a suceder con demasiada frecuencia, de manera que de esta carencia latente, a la aparición de un fenómeno como el de la mujer cacique, no haya más que una serie de ruedas de probabilidad hasta que sucede. El dominio de esta mujer ha de ser muy básico o instintivo, tanto como lo sea el instinto sexual o maternal, de ahí que no sea casualidad tampoco que muchas veces, aunque no de manera imprescindible, esta mujer sea particularmente apelativa a la atracción sexual.

Cuanto el vacío se produce porque alguna persona ha tenido acceso parcial a la cultura, pero no tiene posibilidad de intercambio social en este sentido, se dan tipos como Florencio Alayón o el propio Mustafá Kadir, porque la mayoría de la gente humilde está presta a reconocerles una autoridad basada en el complejo que se siente al tener conciencia de la propia ignorancia y en la supuesta superioridad intelectual del tuerto en el país de los ciegos. Pero la falta de perspectiva de este tuerto hace muchas veces de su interpretación de la realidad una ridícula caricatura.

Todo esto son resultados naturales de las mezclas. En las comunidades que viven inmersas en sus propios valores naturales estas carencias o complejos no existen como fenómeno grupal, y sus individuos tienden a dar mayor importancia a lo que puede llamarse voz interior o instinto. Se admiran los sujetos con capacidades especiales o notables, pero esto no los convierte en otra cosa.

El llamado “progreso” y la miseria es la peor de las mezclas. Quizás por eso muchos indios americanos lo han rehuido sistemáticamente. La transición entre la vida natural y ese progreso suele ser demasiado larga e incierta. Tan larga, que se llega a olvidar el reconocimiento de la voz interior.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El hábito de leer: de lo extenso a lo ágil

Es cierto que la lectura se ha vuelto algo efímero y casi esporádico en estos tiempos debido a la llegada de lo digital al mundo de los libros. Antes se leían sin mucho problema enormes volúmenes con rocambolescas descripciones. Y no sólo eso, sino que además era una lectura que se comprendía.

Con la llegada de las redes sociales, los diarios online, los blogs y demás plataformas de lectura digitales, los hábitos de lectura se han visto modificados, sobretodo entre los más jóvenes. Los estudios determinan que existe un "traspaso de géneros literarios en los gustos de los usuarios", es decir, que se abren nuevas tendencias de lectura, como los blogs o los microrrelatos. De este modo, nos abrimos a un mundo de lecturas rápidas y ágiles, asequibles para leer en un trayecto de tren o la espera en la consulta del médico.

Esto no tiene por qué se precisamente malo: la lectura es un hábito humano, y como humanos hemos evolucionado: el estilo de vida moderno se caracteriza por la rapidez y el estrés, luego es normal que el hábito de la lectura se haya agilizado también.

No hay, pues, que entender la revolución tecnológica en los libros como algo malo, más bien supone un nuevo reto para los escritores ya asentados en la actividad literaria, y también a los nuevos escritores que se desarrollan sobre estas plataformas.

Desde aquí animo a todos los blogueros y a todos aquellos escritores de relatos que están luchando por darse a conocer en plataformas como Blogger, Wordpress o Wattpad. Aprovechad todo lo que la era digital puede aportar en vuestras carreras literarias.






martes, 18 de noviembre de 2014

¿Y quién duda de que en la América latina más genuina, popular y hasta tradicional hay, cómo no, españoles, norteamericanos, chinos, italianos y polacos?
Allí, en las poblaciones más recónditas y olvidadas se podía encontrar incluso a principios del siglo XX que vivía un ruso, que parecía formar parte del paisaje, como hijo incuestionable y legítimo de la vida cotidiana de todos los vecinos.
No sólo hay turcos en Alemania, desde la década del 60. Mucho antes, se sabía en muchos pueblos de provincias olvidadas de toda América que los turcos, con sus habilidades mercantiles pululaban de casa en casa. Uno de ellos fue el turco Anatolio, que llegó acompañado de su sobreprotectora madre Zoraida Almófar.
Pues hubo persas también, como el pequeño Mustafá Kadir con su enorme complejo de grandeza y su gran criado psicópata de nacionalidad desconocida, el Perro Correa.
Entonces, ¿qué tiene de particular un charro mejicano en el sur del continente americano? Es mucho más cercano. Es sólo un personaje más, tan real como los autóctonos y tan integrado en las costumbres como el pan de cada día. Eso, por no hablar del chino Ramón, porque se sabe que los chinos son como de la familia en todas partes del mundo.

Todo esto se veía confirmado en Cuba, donde una de las amigas del alma de nuestra familia era libanesa. Sus padres habían llegado muchísimos años antes a Quivicán, en las afueras de La Habana aunque a mí, como niña, esto me parecía tan natural como llamarse Pedro o Josefa.

martes, 11 de noviembre de 2014


Publicado en Facebook por la nieta del autor, Laura Daranas:

Estando en la Lenin (1) leí "Máscaras", de Leonardo Padura, y recuerdo que en algún punto del libro Padura mencionaba su frustración (o la de Mario Conde, supongo) porque de niño se había perdido el episodio de "La Flecha de Cobre" en el que Guaytabó conocía a Apolinar Matías. Me hizo sentir mucha alegría (y vanidad también) ver escrito en papel que se recuerda aún la radionovela que escribió mi abuelo -fanático empedernido de las aventuras y de los cómics, particularmente de Dick Tracy- antes de que yo naciera. Aquello cientos de episodios que tanta emoción provocaron (y que provocan todavía en emisoras recónditas de Cuba, con actores diferentes a los originales) están siendo transformados en novela de la mano de una sucesora más que digna, mi tía Marta Isabel Daranas Serrano. Mi sueño es que en algunos años se publique en Cuba, en libro "de carne y hueso" y en moneda nacional, je, je... para que todos los que soñaron con pertenecer a la tribu de la Flecha de Cobre, los que se murieron de risa con el turco Anatolio o el charro Quiroga, los que sufrieron cada paso de la venganza de Guaytabó o se perdieron un episodio (como Padura), puedan revivir la aventura y compartirla con sus hijos.
(1) Escuela de enseñanza secundaria y bachillerato en Cuba