Algunos nacen fuera de la ley. Otros, como es el caso
de Guaytabó, se ven obligados a vivir
sin estar contemplados en el orden establecido. Y los hay que escogen existir
fuera del orden social. Esta también debió ser la opción de “El Hijo del
Cóndor”.
El respeto a la ley es una de las mayores garantías de
justicia social, a pesar de que comprendamos que muchas leyes se tornan
injustas a la hora de aplicarse a un caso concreto. No obstante las sociedades
progresistas evolucionan en el lento proceso de adaptación de las leyes a las
más disímiles realidades. Pero es tarea indelegable de la autoridad o el
gobierno la aplicación de las leyes existentes, las que haya, como único
recurso, aunque falible, de equidad e imparcialidad general.
Eso es la tarea de quien tutela el bien común.
Sin embargo, es la conciencia de los individuos la que
les dicta el deber o no de respetar la ley, el esfuerzo por cumplirla en bien
de todos, la comodidad y cobardía de aceptarla en detrimento de la justicia
para algunos, o la obligación moral de no acatarla en determinados casos,
justificados precisamente en nombre del civismo, la rectitud, o una situación
específica y particular.
El que viola la ley por egoísmo, bajas pasiones,
avaricia, falta de disciplina, o abuso de poder es un delincuente.
El que viola la ley como un acto de consciencia es un
redentor. No pretende demoler un sistema, por el contrario, asume las
imperfecciones de un régimen y carga sobre sus espaldas el enorme peso de
ayudar en su transformación humanística. Sabe que puede fracasar, y que el
mayor fracaso, no es siquiera quedar atrapado en las injusticias legales, sino
que su inmolación social sea en vano.
Conozco personas que cumplen con la manutención de sus
propios hijos sólo porque la ley los obliga, para ellas está especificada esta
obligación. Otros, en cambio, se han visto obligados a cruzar ilegalmente una
frontera para reunirse con ellos, o los han transportado en una maleta para
garantizar que la eternización de los procedimientos judiciales impida que
finalmente crezcan junto a sus padres.
Desde luego la justicia, entendida como régimen
general es preciosa, pero no más que la vida y la trayectoria de un solo ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario